16 septiembre, 2018
Instituto de Medicina Legal. Granada
Con Andrés López y Rosa Palacios Garrido.
Las relaciones de la medicina legal con la arquitectura no han sido, en general, muy naturales, hecho que se enmarca dentro de la concepción occidental de huir o esquivar todas aquellas cuestiones relacionadas con el sufrimiento de las personas. Nuestra disciplina, desafortunadamente, no cuenta con fórmulas mágicas para evitarlo, y nuestro reto como arquitectos es contribuir, al menos, a aliviarlo desde la ideación primaria del proyecto. Arquitecturas luminosas, amables, dialogantes, fáciles de usar, cercanas al usuario, del mismo modo que las instituciones que albergan, ayudan al personal funcionario a realizar su imprescindible labor y al mismo tiempo facilitan a los usuarios todo el apoyo técnico que sus instalaciones permiten para hacer más llevaderas las siempre poco agradables situaciones por las que deben acudir a estos centros. Antes de iniciar el proyecto estaban en nuestra mente algunas imágenes de bosques nórdicos asociadas a proyectos de Aalto, Lewerentz y Asplund. Lugares para dejar volar la vista, para la reflexión y la esperanza. Los primeros croquis del proyecto trataban de encontrar algo de esto, hacia la lejanía de La Alhambra o de los luminosos atardeceres sobre Sierra Nevada. Enfrentados a una parcela de reducidas dimensiones en la que debía encajarse un extenso programa, se optó por un edificio más compacto, pero sin perder por ello esa idea de elemento liviano y transparente al aire, que pudiera recordar a tantos pabellones destinados a secaderos de tabaco en la Vega de Granada. A través de este entramado de hormigón, algo de esta atmósfera legendaria que rodea Granada se filtrará, y su luminosidad interior rescatará al edificio de la imagen críptica asociada a programas de este tipo.
El solar propuesto para el nuevo Instituto de Medicina Legal de Granada se sitúa en un área en proceso de fuerte transformación, caracterizado por el uso hospitalario del Campus de la Salud, y visible desde la vía de circunvalación y conexión con la costa. La ausencia de referencias urbanas y el destino del edificio, de programa complejo e introvertido, justifican una propuesta conformada por un bloque de clara y rotunda geometría, aparentemente opaco al exterior y abierto únicamente en la fachada principal por medio de un gran pórtico que concentra todos los accesos al edificio.
El edificio se configura como una gran arca protegida hacia el exterior mediante unas costillas verticales de hormigón a modo de brise-soleil que proporcionan al edificio ese aspecto ciego y hermético, desde el exterior, al tiempo que luminoso y transparente, desde el interior. Este carácter cerrado y masivo que el edificio ofrecerá al transeúnte diurno, se tornará abierto y luminoso durante la noche, a modo de antorcha.
El edificio se sitúa a 1.30 m sobre la rasante exterior, para permitir que las dependencias situadas en semisótano dispongan de iluminación y ventilación natural. La luminosidad natural interior es aún mayor en el corazón del edificio por el vacío interior que se abre al cielo mediante una cubierta transparente que deberá equiparse con mecanismos de oscurecimiento que permitan regular la intensidad de luz.
En planta baja se encuentran las áreas que absorben la mayor afluencia de público, es decir, Clínica, Salón de Actos, Información y Registro. Flanqueando el acceso principal e igualmente accesibles desde el exterior y conectadas con el interior, se han dispuesto las dos Salas de Espera requeridas para familiares que hayan de efectuar algún reconocimiento.
En la planta de semisótano se sitúan las dependencias del Servicio de Patología Forense y las generales del edificio, tales como aparcamiento e instalaciones. Una conexión interior posibilita la necesaria relación entre áreas, al tiempo que la rampa de acceso rodado permite la entrada directa de vehículos al interior, imprescindible en este tipo de edificios.
En la planta primera se sitúa el Consejo de Dirección y el Servicio de Administración, comunicados e interrelacionados entre sí, la Comisión de Docencia e Investigación y el Servicio de Laboratorio Forense, que se aísla por razones de seguridad y uso del resto de la planta y está dotado con un montacargas privado que permite el traslado inmediato de muestras desde las Salas de Autopsias.